miércoles, 26 de noviembre de 2008

De vuelta en el sendero


... y como almas atadas al suelo maniatados ante la conciencia que es el tiempo,

te vas conviertiendo en la silueta de papel, cuando lo unico real es lo que queda ante tu reflejo como una sombra ausente en lo mas perpetuo del silencio.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Aim lini lo amé, además amé el cuadro de René Magritte, def. de mis artistas favoritos :) Te quiero

Fernando Castro Gutiérrez dijo...

Querida señorita Hiades:

De vuelta al sendero conjuga el ciclico, o si lo prefiere espiral retorno a la "cautela", al "vuelo",al "pasillo",a la "puerta". Aunque de manera contundente creo prefiere vivir no de nuevo...sino de manera autentica, y pristinamente original el "Corazón", su "manual", sus "angeles" guardianes -(no demonios...)-, sus "creencias",sus "ventanas" y "puertas"....Por ello antes de volver al sendero te regalo mi volver a empezar..con el fin de no destinar tu alma a la atadura del suelo, sino al vacio de la hermosa melodia.

“Volver al inicio y mirar tus pupilas, volver a empezar donde por primera vez juntos soñamos. Solo este pequeño espacio hace que la desilusión que hoy toca mi puerta se permita el atrevimiento de entrar a nuestra sala, robar el cuadro de tu mirada y también rayar la pared con el vino tinto de nuestro llanto.

Inmediatamente, e iracundo de valentía a la postre y haciendo gala de templanza y más que amor a la convicción, convicción en el amor, he cortado su mano, y este a su vez mal habido desencanto se para, me mira, me intimida y sale al jardín. Allí toma la rosa de tus labios, y deshoja cada ilusión de un beso, cada fragor de un abrazo, y la frase de amor que de ellos alguna vez brotaron. Todos ellos caían al suelo, para mí seguramente del cielo, pétalo a pétalo. –No más-, grite, pues no estaba dispuesto a soportar más afrentas a tu honor, mi orgullo, tu amor, mi recuerdo.

Al compás del tiempo me abalancé sobre él y las espinas de tus labios rosa penetraron mi pecho destruyendo mi aorta. –Mi vida, ya no puedo defendernos-, gemí amargamente, -el amor se acaba- ya no brota por mis venas- mi cielo-, se desangra a canaladas por mis venas abiertas y van a parar a la derecha del roble.

El desconcierto incólume se vuelve a clavar en mis pupilas, con horrorosa y pálida compasión, se ríe, el maldito se ríe. Come y se atraganta de tu durazno y el mío, de mi manzana y la tuya, roba nuestro paraguas y sale raudo por el portón, mientras la lluvia del cielo irriga mis mejillas desde las pupilas, aquellas que sin el paraguas y sin ti no eran lo mismo, aquellos con los que hoy te mire al volver a empezar.”

No siendo otro el motivo de mi misiva.

P.F.